Cerebro Social
El cerebro social: un concepto de las neurociencias poco entendido y que a menudo pasa inadvertido
Nuestro cerebro, órgano de dimensiones físicas relativamente minúsculas posee complejidades que algunos creen que sobrepasan las del universo sideral que nos circunda.
El cerebro es asimismo, el instrumento que nos controla y que nos guía, aunque a veces, parece que oponemos sus propósitos, por uso de la facultad que llamamos "libre albedrío" --- lo que, al final, forma parte de la arrogancia ególatra que, tantos opinan, que nos caracteriza como especie.
El cerebro, mejor se entiende, como centro ejecutivo de todos nuestros dinamismos, especialmente los que nos permiten relacionarnos con otros miembros de nuestra y otras especies --- como los seres sociales que, esencialmente, somos.
Nuestras actividades, en grupos, se extienden desde el comer hasta el cooperar, como bandas arrasadoras, en la tarea de la supervivencia.
¡Aplauso! Somos los reyes de la Creación…
Sabemos que existen, por todo el reino animal todas clases de individuos y todas clases de organizaciones grupales y territoriales. Asimismo observamos que todos los géneros están constreñidos y limitados por una estrategia de comunicación, de alimentación, y de reproducción que son únicas y que resultan ser especie-específicas para ellos, como hemos descrito en otros artículos.
Por ser animales, que vivimos en colectivas organizadas, las ciencias sociales y biológicas son de nuestro mayor interés desde el punto de vista de la investigación y del entendimiento de aquellas actividades instintivas que, mediadas por el cerebro, nos gobiernan.
Entonces contemplemos aquí las contribuciones de una ciencia controversial, de origen relativamente reciente, conocida como la sociobiología.
La sociobiología es la rama de la ciencia que estudia el comportamiento de los animales que viven en colonias organizadas o en sistemas sociales.
Cerebros sociales anómalos
Cuando se estudian en conjunto, el síndrome de Williams y los de Asperger y el autismo éstos nos proporcionan una mescolanza de contrastes informativos muy interesantes. (Véase asimismo mi artículo, El Retardo Mental en monografías.com).
Los individuos con autismo y Asperger tienden a ser distantes, carecen de habilidades sociales y les resulta muy difícil entender los que otros piensan o sienten. (Véanse mis artículos acerca de TOM y de la empatía).
Por contraste, quienes sufren del síndrome de Williams son a menudo híper-sociables, poseen destrezas lingüísticas adecuadas, y sobresalen en el entendimiento de ciertas señales afectivas como son las expresiones faciales. Por estas razones se postula que el síndrome de Williams está situado en el extremo opuesto del espectro de la expresión de emociones --- contrapuesto al autismo y Asperger.
Los científicos realizan que el logro de un entendimiento de estas condiciones ampliaría el fondo de nuestro discernimiento en lo que respecta al desarrollo social normativo.